El proyecto consiste en una serie de intervenciones lumínicas desde el interior tanto de lugares de exhibición como de espacios domésticos, hacia afuera, hacia el espacio público.

Las ventanas funcionan simultáneamente como soporte de las proyecciones y como “ventana-puente” (cuasi literal) entre lo público y lo privado, conectando el adentro y el afuera.

Para cada intervención se diagrama una animación en base a la estructura formal de la ventana y el contexto de la misma, a su vez los vidrios necesitan ser opacados previamente con un vinilo autoadhesivo semitransparente.

Cada ventana funciona como soporte o como pantalla en la que son proyectadas animaciones basadas en leves variaciones de color, con ciertos acentos dados por los tiempos, generando de esta forma una sucesión de ritmos visuales.

Estas animaciones, por lo tanto, se expanden desde adentro hacia fuera del espacio.

Al no estar a la vista los proyectores, mi intención es generar con esto un clima de extrañamiento por el desconocimiento de la procedencia del fenómeno que altera la percepción cotidiana de un espacio, en el que todo suele suceder exclusivamente en el interior.

Las proyecciones abren, de esta manera, una nueva situación de “transiluminación” que se propaga hacia el exterior en un doble juego que invita a su vez a entrar al espectador.